¡Ohayo gozaimasu desde Kyoto!
Tras una noche con poco sueño en el
Bus de Hiroshima a Kyoto estoy con mi primer desayuno en la antigua capital y
ciudad Imperial Nipón.
Haber llegado a las 06:15 de la mañana tiene la desventaja
de que apenas hay una cafetería abierta. Pero también la ventaja de que puedes
ir al templo más cercano Hongan-Ji y asistir a la misa matinal. Una pasada…
De Kyoto no os puedo contar más por ahora. Pero de Hiroshima…deciros que es una ciudad que no te deja indiferente.
Teniendo en cuenta que, como sabréis la ciudad fue
totalmente arrasada por la primera Bomba Atómica utilizada en combate el 6 de agosto de 1945,
todos los edificios son recientes. Nada que ver con la Japón tradicional que rebosa de templos y shrines.
Little Boy llamaban los americanos su A-Bomb… ¡Que irónicos! Lo demás es
historia. De la que como muchas otras veces quizás no hemos aprendido nada. Pero quién se piensa
que Hiroshima es tierra de nadie hoy en día se equivoca. Es muy verde, muy
tranquila, hay mucha…¿paz? (Es declarada como Ciudad de la Paz).
La atmósfera que se respira es especial. La gente es más
tranquila que en Fukuoka pero no menos simpáticos. Todo lo ocurrido sigue
teniendo mucha huella en los lugareños. Tanto es así que cuando hablé con un
hombre jubilado en el parque, justo frente al Genbaku Dome, le vinieron las lágrimas,
recordando lo sucedido. Difícilmente puedo describiros ese momento.
Después de recorrer los principales sitios turísticos en una
tarde, el día siguiente tocaba madrugar para ir a Miyajima (patrimonio de la humanidad). La isla está
situada a unos 50 kilómetros de Hiroshima y es una auténtica pasada.
El paisaje, montes verdes como fondo de unos templos
preciosos y el enorme Torii Gate, es espectacular. Se llega con un ferri en pocos
minutos y de allí a recorrer la isla. Acariciar ciervos, cruzar por el Torii
Gate con marea baja, subir la montaña a ver templos, asistir a una misa budista
y ¡enfadarme cuando la cámara se queda sin batería!
Por la noche antes de salir con el Bus me fui a comer (otra vez) el famoso Okonomiyaki con Chihiro, una chica del Hostal donde me quedaba. Un cena divertida con intercambio japonés-inglés. ¡Subarashii!
¡Y ahora necesito una ducha antes de ver a las Geishas
del barrio de Gion!
¡Ganbatte!
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