Este domingo por la noche, para acabar un fin de semana “Subarashii”
(genial) fuimos a ver Hotaru (Luciérnagas). Aquellos bichos de los que todos
hemos oído hablar pero que si no fuera por el cine o las fábulas pocos hemos
visto. Pues aquí en Japón son bastante comunes en esta época. Tanto es así, que
cuando se conoce de algún lugar, ese se publica por Internet y los
ayuntamientos organizan aparcamientos improvisados. Como auténtica atracción turística.
Solo se encuentran en lugares húmedos y cerca de agua muy limpia. Así que nos
fuimos a saber donde con el coche y en un río que procedía de un pantano estaban.
Decenas y decenas de pequeñas bombillas LED volando en la oscuridad. ¡Que
espectáculo! ¿Sabíais que los machos brillan para atraer a las hembras? Eso no quiere decir, que lo probéis un sábado noche en una discoteca...¡No!
Ayer, después de 2 días lluviosos salió el sol y a falta de
ningún plan concreto cogí la mochila y me fui al monte. Han pasado 3 semanas
sin parar quieto y estando rodeado de gente y tocaba un poco de individualismo. Así que
sin mayor rumbo que el pico de una montaña lejana me calcé las deportivas y a
por ello. Tras caminar 7 Km llegué al pie del Monte Homan, visité el Kamado Shrine y me metí por un camino que subía…y subía…y subía. Era bosque muy denso,
súper verde y bastante húmedo. Tras caminar pocos metros me di cuenta del silencio
que había allí. Ningún coche tuneado, ningún altavoz de publicidad colgado de
cualquier estantería, ninguna máquina de Pachinko y nadie a quien tuviera que decirle “Wakarimasen”
(¡No entiendo!). ¡Qué felicidad!
Y es que el camino a la cima a veces es largo y no siempre resulta fácil. Se hace paso
a paso, y aunque no veamos la cumbre, sabemos que está allí. ¡No te rindas! ¿O se te ocurre algo mejor qué hacer? :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario